“No hubo un diálogo sincero de parte del gobierno
hacia nosotros. Nosotros no entendemos por qué hemos sido criminalizados si
hemos defendido la vida, los animales, todo… eso el gobierno no lo entendió y
nos quiso dar un escarmiento. Nosotros estamos en juicio por haber defendido la
tierra. A muchos peruanos les está rasgando el corazón que hayan muerto 34
peruanos, que nos enfrentemos injustamente”.
El apu Santiago Manuin, con su hablar reposado y
usando las manos, explica las circunstancias que los dirigentes de su pueblo
están atravesando frente a la represión y criminalización del Estado peruano,
unas horas antes de su presentación ante la Comisión Interamericana de DDHH
para hablar de la situación de derechos humanos durante estados de emergencia
en el Perú. Situación que él mismo tuvo que enfrentar aquella desdichada
madrugada del 5 de junio del 2009, en que 36 peruanos murieron entre la Curva
del Diablo, El Reposo, El Milagro y la Estación 6, entre ellos 25 policías.
Manuin, uno de los más prestigiosos y queridos
líderes awajún-wampis, esa mañana a las 6:15 am, cayó por varias balas de AKM;
tres de ellas le atravesaron los intestinos partiéndoselos en ocho pedazos. Lo
evacuaron rápidamente hasta Chiclayo, donde le salvaron la vida. Hoy,
ciertamente los lastres de semejantes heridas le pasan la factura pero, con su
tranquilidad, su ascetismo y su disciplina, ha podido enfrentarlas. Manuin,
ahora es uno de los procesados en el juicio por La Curva del Diablo, y un
defensor perseguido. El fiscal del caso está pidiendo la absurda sanción de
cadena perpetua: Manuin, como lo va a demostrar, es totalmente inocente.
El viernes de la semana pasada, el Consejo
Directivo de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, de forma unánime,
escogió a Santiago Manuin Valera como justo ganador del Premio de Derechos
Humanos “Andrés Escobar Jurado” 2014. Manuin ha sido presidente del Comité de
lucha por el Respeto a los Pueblos Indígenas de la Provincia de
Condorcanqui-Amazonas y también del Consejo Aguaruna Huambisa (CAH), la
principal organización del Alto Marañón. Asimismo, ha sido jefe de los apus de
las cinco Cuencas de Santa María de Nieva y fundador del Centro Social Jesuita
SAIPE. Durante su dirigencia, los awajún lucharon contra el MRTA en territorio
indígena, también erradicaron los cultivos de coca y amapola de sus zonas para
evitar las experiencias que los asháninkas tuvieron con Sendero Luminoso.
Hoy, este hombre pacífico está acusado de asesino:
“Con mi persona y los restos de mis compañeros el fiscal está cometiendo un
grave error. Yo fui herido a las seis de la mañana a una distancia de 500
metros de la carretera, fui retirado por mis compañeros, en ese momento no
había ningún periodista, solamente estábamos los manifestantes, los policías,
tanquetas, un helicóptero sobrevolando y disparando. ¿Cómo es posible que el
fiscal me acuse sin tener pruebas?”, enfatiza indignado.
“Si queremos tener un diálogo sincero, el gobierno
debería respetarnos. Y que nos dejen vivir… En la selva nosotros trabajamos de
acuerdo a nuestras vivencias, nuestra adaptación y queremos encontrar un
desarrollo adecuado a nuestra realidad. Pero el gobierno quiere imponer un
desarrollo de acuerdo a su visión occidental, pero ese desarrollo no nos conviene…”,
es lo que sabe y predica Santiago Manuin, “nuestros antepasados nos dejaron la
misión de defender nuestro territorio, nunca hemos dejado que nos lo arrebaten,
la fiebre del caucho no pudo con nosotros, ni los incas, ni el terrorismo ni
los colonos”.
Por Rocío Silva Santisteban
Publicado en Kolumna Okupa (La República).
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